La mirada celada
por el tedio
de una tarde de domingo
La ciudad despierta
y temerosa
Se derrumban las ilusiones
quedan las horas
columpiandose
en la risa de los niños
asomados en los balcones
de casas corroídas
Todo cae
lunes, 25 de noviembre de 2013
lunes, 20 de mayo de 2013
De: Carlos Castro Savedra
Tres amigos
Eramos tres amigos y eran doce erraduras
subiendo monte arriba la trocha de la vida.
Eramos tres Quijotes de escuálidas figuras
con tres locuras viejas ya casi desteñidas.
Los tres eramos locos pera eran tres locuras
desempolvando nombres y fechas fenecidas.
Montábamos enjalmas sin lanzas ni armaduras
y siempre por la tarde lustábamos heridas.
Fueron 25 años montando a Rocinate
sin una dulcinea que nos lanzara un guante
para ser tres arrieros armados por amor.
Sin suplicarle a nadi fueron 25 años
que a la luz de una vela contamos desengaños
y al cerebro le dimos forma de corazón.
Eramos tres amigos y eran doce erraduras
subiendo monte arriba la trocha de la vida.
Eramos tres Quijotes de escuálidas figuras
con tres locuras viejas ya casi desteñidas.
Los tres eramos locos pera eran tres locuras
desempolvando nombres y fechas fenecidas.
Montábamos enjalmas sin lanzas ni armaduras
y siempre por la tarde lustábamos heridas.
Fueron 25 años montando a Rocinate
sin una dulcinea que nos lanzara un guante
para ser tres arrieros armados por amor.
Sin suplicarle a nadi fueron 25 años
que a la luz de una vela contamos desengaños
y al cerebro le dimos forma de corazón.
domingo, 12 de mayo de 2013
Sequía de Juan Liscano
SEQUÍA
Herida roja en el verano inmóvil
que mudamente se consume y sangra.
Retorna, grávida, la flor del tiempo,
a su materia, a su primera estancia.
Largo cuchillo de agitada arteria
por los espejos del paisaje en llama,
troncha el tobillo de la sombra leve,
las verdes alas de la frágil planta.
Silbos agudos de invisibles rocas
el horizonte de cristal arañan
y el aire es ave que amarilla, muere,
clavando un dardo en su fugaz garganta.
Ábreme la puerta,
ábreme la puerta, hermana,
que vengo muy mal herido.
Traigo sed inalcanzable y muerta,
cuatro veces muerta el agua.
Levanta al árbol deshojados huesos,
filosos dedos de cocuiza extática,
la tuna enseña su esqueleto verde,
su cráneo estrecho los cardones alzan.
Quiébranse frutos como vidrios. Rásganse
cuerpos de brisa entre reptantes zarzas
y ciegamente se devuelve el río
sediento en busca de su fuente anclada.
¿Por qué ha de ser la luz tan implacable?
Furioso toro de encendidas astas,
gran serpiente de fuego embravecida,
delirante silencio en catarata.
Herido, herido por la, luz ¡ah mundos!
“tierras, orillas de la mar intacta”,
por su saliva de candela y toro,
por la saeta de su blanca aljaba.
Ábreme la puerta,
ábreme la puerta, hermana,
que vengo muy mal herido.
Para una herida de sed yo traigo
cuatro horizontes sin agua.
Herida roja en el verano inmóvil
que mudamente se consume y sangra.
Retorna, grávida, la flor del tiempo,
a su materia, a su primera estancia.
Largo cuchillo de agitada arteria
por los espejos del paisaje en llama,
troncha el tobillo de la sombra leve,
las verdes alas de la frágil planta.
Silbos agudos de invisibles rocas
el horizonte de cristal arañan
y el aire es ave que amarilla, muere,
clavando un dardo en su fugaz garganta.
Ábreme la puerta,
ábreme la puerta, hermana,
que vengo muy mal herido.
Traigo sed inalcanzable y muerta,
cuatro veces muerta el agua.
Levanta al árbol deshojados huesos,
filosos dedos de cocuiza extática,
la tuna enseña su esqueleto verde,
su cráneo estrecho los cardones alzan.
Quiébranse frutos como vidrios. Rásganse
cuerpos de brisa entre reptantes zarzas
y ciegamente se devuelve el río
sediento en busca de su fuente anclada.
¿Por qué ha de ser la luz tan implacable?
Furioso toro de encendidas astas,
gran serpiente de fuego embravecida,
delirante silencio en catarata.
Herido, herido por la, luz ¡ah mundos!
“tierras, orillas de la mar intacta”,
por su saliva de candela y toro,
por la saeta de su blanca aljaba.
Ábreme la puerta,
ábreme la puerta, hermana,
que vengo muy mal herido.
Para una herida de sed yo traigo
cuatro horizontes sin agua.
viernes, 9 de noviembre de 2012
sábado, 3 de noviembre de 2012
Los murciélagos
Los murciélagos
Los murciélagos de la noche
han saltado hasta mí.
Camino la oscura playa,
sus graznidos,
sus garras prendidas de mi cuello.
Estoy sola y es oscuro.
Nada para este miedo
y el lugar en que me pongo desaparece.
Un sobre salto me levanta:
Son los murciélagos,
los murciélagos,
en la fría curva de la noche
me dejan inmóvil
y se van.
Aida Alonso (Perú)
Tomado de: El vuelo diabolico poemas de Vampiros y murciélagos .
Los murciélagos de la noche
han saltado hasta mí.
Camino la oscura playa,
sus graznidos,
sus garras prendidas de mi cuello.
Estoy sola y es oscuro.
Nada para este miedo
y el lugar en que me pongo desaparece.
Un sobre salto me levanta:
Son los murciélagos,
los murciélagos,
en la fría curva de la noche
me dejan inmóvil
y se van.
Aida Alonso (Perú)
Tomado de: El vuelo diabolico poemas de Vampiros y murciélagos .
miércoles, 22 de agosto de 2012
10 de mayo
10 de mayo
Tócame con tus alas puntiagudas,
afiladas en mí
circunda mis senos
con tu lengua insaciada
de mi sexo,
de mi corazón en el último piso,
en él sótano de mi amor.
Déjame tocar la flor
tu flor que lenta se rebosa
cuando mi pene
la pulsa sin parar.
Dame el antídoto,
no reiré
no fingiré sentirme bien,
estaré boca abajo
lanzando bocanadas de sexo,
corrientes fluorecentes
que ebullen de mis labios carnosos,
deseosos de otros
que inciten a no parar,
a seguir mientras el aire,
la tierra, el fuego y el agua
se mezclan para siempre.
viernes, 6 de julio de 2012
Vladimir Montoya (Valmiki)
La paz
a Angela
¿Me preguntas por la paz?
Es como el silencio,
no basta cerrar la boca.
¿Me preguntas por la paz?
Te diré que es
masturbarse en el campo.
Regar con semen
el verde pubis de la hierba.
La paz
es el grito que anuncia
la conciliación
de un hombre y su origen.
Valmiki
He olvidado ya
el rostro que tuve,
de tanto soñarlo,
de tanto suplantarlo.
Sólo conservo el dolor
de su ausencia,
cierto aroma a renunciación.
He olvidado ya
el rostro que tuve,
de tanto usados, de tantos que soy.
Sólo conservo
esta sonrisa que arrullo, señal de tanta guardada
plenitud.
a Angela
¿Me preguntas por la paz?
Es como el silencio,
no basta cerrar la boca.
¿Me preguntas por la paz?
Te diré que es
masturbarse en el campo.
Regar con semen
el verde pubis de la hierba.
La paz
es el grito que anuncia
la conciliación
de un hombre y su origen.
Valmiki
He olvidado ya
el rostro que tuve,
de tanto soñarlo,
de tanto suplantarlo.
Sólo conservo el dolor
de su ausencia,
cierto aroma a renunciación.
He olvidado ya
el rostro que tuve,
de tanto usados, de tantos que soy.
Sólo conservo
esta sonrisa que arrullo, señal de tanta guardada
plenitud.
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